domingo, 1 de julio de 2012

Antes de contarles la continuación de esta aventura, me gustaría agregar un detalle más... En alguna de las tantas charlas perdidas, Cipriano había recordado que aquella tarde en que salió de su casa junto a don Acosta, había entonado esta milonga, mientras cabalgaban a la casa de Arriaga. Yo los invito a que duden sobre esta afirmación, porque quizás la milonga era otra. O ninguna. 
Cipriano se divertía muchas veces en agregar detalles de este tipo a fin de ilustrar mejor sus aventuras, o para sembrar en mi persona quién sabe qué anhelos de campo y de tranqueras.... 

Aún así (y a lo mejor este era el propósito secreto de mi tío) he descubierto que esta milonga tiene los versos más visuales y exquisitos del cancionero folclórico. La rima en versos hermanos, la manera de interpretar el recitado,  los fraseos de sonidos fuertes y las descripciones de los caballos y del peón son insuperables.


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